Haz, Señor, que en nuestra casa, cuando se hable, siempre nos miremos a
los ojos y busquemos crecer juntos; que nadie esté sólo, ni en la indiferencia
o el aburrimiento; que los problemas de los otros no sean desconocidos o ignorados,
que pueda entrar quien tiene necesidad y sea bienvenido. Señor, que en nuestra
casa sea importante el trabajo, pero no más importante que la alegría; que la
comida sea el momento de alegría y de conversación; que el descanso sea paz del
corazón y del cuerpo; que la riqueza mayor sea estar juntos.
Señor, que en nuestra casa el más débil sea el centro de la atención; que el
más pequeño y el más viejo sean los más queridos; que el mañana no nos dé
miedo, porque Dios siempre está cerca; que cada gesto esté lleno de
significado; que te demos gracias por todo lo que la vida nos ofrece y tu amor
nos da.
Señor, que nuestra casa sea el lugar de acogida como la casa de Marta, María y
Lázaro en Betania.
Amén
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